DÍAS DESPUÉS de que los residentes de Massachusetts empezaran a acusar el peso de las nuevas subidas tributarias, el gobernador Republicano de Florida Rick Scott les recordaba encantado que tienen otras opciones.
El 6 de agosto, Scott remitió cartas a un centenar de empresarios de Massachusetts, invitándoles a reubicar su negocio en Florida "porque tenemos el clima idóneo para su empresa". Pregonaba "el increíble giro económico" de su estado y exponía unos cuantos contrastes seleccionados: "Mientras la tasa de paro de Florida ha registrado el segundo descenso más acusado del país, el dato del paro de junio en Massachusetts alcanzó el máximo desde noviembre de 2011", escribe Scott. "Mientras Florida ocupa el quinto puesto del país por nuestro clima fiscal privado, Massachusetts sigue estancado en el puesto 22, según el colectivo Tax Foundation". Y ahora que vuelven a subir los impuestos — la Asamblea sube los impuestos a las gasolinas y el tabaco, e implanta un impuesto a la venta de software y servicios informáticos del 6,25 por ciento que tiene en pie de guerra al sector tecnológico — "está previsto que el clima empeore en Massachusetts".
El gobernador de Florida Rick Scott trata de atraer a las empresas de Massachusetts a la Florida del menor peso fiscal. |
Del homólogo Demócrata de Scott en Boston llegaba una respuesta airada. "No me sorprende que otros estados quieran tener el éxito y la creciente innovación de las empresas que tenemos aquí en Massachusetts", decía el responsable de desarrollo económico del gobernador Deval Patrick, Greg Bialecki. Los impuestos bajos pueden ser venerados en estados de inclinación Republicana como Florida, pero el gobernador del Massachusetts más Demócrata reza en un altar diferente. "Hemos comprometido inversiones a largo plazo en educación, innovación e infraestructuras, buenas noticias todas para las empresas que hacen negocios aquí", decía Bialecki. "Massachusetts está creando un clima especial para la economía de innovación del siglo XXI, el clima que las vibrantes empresas llamarán felizmente hogar".
Pero si las "inversiones a largo plazo" — léase subidas tributarias permanentes y repuntes del gasto público— son tan buena noticia para los emprendedores de Massachusetts, es difícil entender la razón de que el Consejo Tecnológico de Massachusetts y la Fundación del Contribuyente de Massachusetts, dos de las principales patronales empresariales de la commonwealth, hayan iniciado una campaña para derogar el nuevo impuesto del software. O de que no sean solamente los analistas del colectivo independiente Tax Foundation los que consideran el clima fiscal de Florida mucho más atractivo que el que reina en Massachusetts. En mayo, la publicación tecnológica especializada Fast Company situaba a Florida como mejor estado del país para la innovación empresarial y la cultura de creación de empresas. Massachusetts ocupaba el puesto 42.
Si la práctica de gravar más y gastar en consecuencia fuera realmente la fórmula para desatar el crecimiento y alentar al emprendedor, ¿por qué no es Patrick el que anda enviando invitaciones? A diferencia de Scott, que señala que Florida no tiene impuesto sobre la renta, Patrick puede tratar de tentar a los empresarios con las ventajas de mudarse a un estado en el que la carga fiscal conjunta estatal y local (como porcentaje de la renta) es la octava del país. Podría tratar de persuadir a los empresarios de Florida y los demás estados de menor carga impositiva de la misma forma que reiteradamente ha hecho en el suyo: La forma de "mejorar significativamente nuestra mañana económico" son las grandes subidas tributarias e incrementos del gasto público de hoy.
Podría citar a la revista Forbes, que pone notas altas a Massachusetts en calidad de vida — reflejo de buenos centros escolares, una población sana, posibilidades de ocio y formación y universidades punteras — al tiempo que simultáneamente destaca que las ordenanzas y el gasto de las empresas en este estado se cuentan entre los más problemáticos de América. ¿Una renuncia digna? Forbes parece creerlo: Sitúa a Massachusetts por encima de todos los estados menos 16, Florida incluido.
Si una amnistía al impuesto sobre la venta durante dos jornadas puede influenciar el comportamiento económico de la población, imagine el impacto de un clima fiscal estatal ventajoso durante todo el año. |
Se puede defender, pero ¿convencerá de mudarse a Massachusetts al contribuyente, al emprendedor y al empresario innovador? Jim Stergios, del Pioneer Institute, un laboratorio de ideas de Boston orientado al libre mercado, destaca que entre 1990 y 2007, la cifra de empresas que tenían su sede en Massachusetts cayó de 16.000 a 11.000 — explicando la desaparición de unos 250.000 puestos de trabajo. Durante las dos últimas décadas, dice, Massachusetts no ha registrado ningún crecimiento económico neto. A Massachusetts le siguen faltando hoy "todavía 100.000 empleos para alcanzar por lo menos nuestra cota de empleo de 2001".
Y todo mientras el contribuyente sigue mudándose de estados como Massachusetts, en los que los impuestos son altos, y emigrando a estados como Florida, en los que la carga impositiva es baja.
¿Los impuestos lo son todo? Claramente no; las decisiones relativas a dónde vivir y trabajar se ven afectadas por toda clase de consideraciones, desde el clima a la familia, pasando por la educación. Pero es absurdo figurarse que nadie altera su comportamiento económico para minimizar su declaración a pagar. Si el consumidor aplaza una compra hasta las jornadas de incentivo fiscal, emprendedores e inversores desde luego van a tener en cuenta los impuestos al decidir dónde abrir una empresa.
Massachusetts puede ser la elección idónea para su negocio. Pero si no es el caso, al gobernador de Florida le gustaría recordarle que: Tiene usted otras opciones.
(Jeff Jacoby es columnista de El Boston Globe.)
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