¿ESTÁ A PUNTO DE REVENTAR la burbuja del Derecho en América?
Los críticos llevan tiempo lamentándose de nuestro parque nacional de picapleitos, sin ningún resultado. El presidente del Supremo Warren Burger predijo hace 35 años que América se estaba transformando en "una sociedad dominada por enjambres de abogados, hambrientos como langostas". En aquella época, la población de letrados en los Estados Unidos había sobrepasado los 450.000 licenciados, y las facultades de Derecho licenciaban a 34.000 abogados nuevos en cada promoción. Para 2011, la producción anual de licenciados en Derecho alcanzaba los 44.000, y con casi 1,22 millones, el número de abogados en el país — entre los que me incluyo — prácticamente se había triplicado. A lo largo del mismo periodo, la población de los Estados Unidos apenas había crecido un 40 por ciento.
Ha dejado de ser un destino tan popular. |
Pero los tiempos cambian. En el año 2011, la cifra de estudiantes que ingresaron en una facultad de Derecho se desplomó un 7 por ciento, una caída sin precedentes. En el año 2012, el acusado descenso se precipitó: El número de matrículas de estudiantes de Derecho nuevos se hundió otro 8,6 por ciento. En 2013 se desplomó todavía más. Según el Colegio Americano de Abogados, el pasado otoño hubo 39.675 matrículas nuevas — una contracción del 11 por ciento con respecto a 2012, hasta un mínimo que no se veía desde principios de la administración Carter.
Gran parte de la huida de las facultades de Derecho es reflejo de la brutal realidad del mercado laboral de los abogados. El Instituto Nacional de Empleo en Leyes informa que menos de la mitad de los licenciados en Derecho en 2011 han terminado trabajando con el tiempo en un bufete. Apenas el 65 por ciento ocupa un puesto que exige estar homologado. En un momento en el que muchos licenciados en Derecho cargan con préstamos universitarios de 125.000 dólares como mínimo, la remuneración ha descendido dolorosamente — el sueldo medio de los nuevos abogados en 2012 fue de apenas 61.000 dólares. Y más de uno no puede encontrar ningún trabajo: Nueve meses después de licenciarse, el 11,2 por ciento de la promoción de 2013 está en el paro.
Solamente parte de esto es cíclico. La profesión legal, al igual que tantas otras, viene alterándose de forma permanente a causa de internet y la globalización de formas que sólo unos cuantos supieron anticipar hace 10 ó 15 años. Se facilita de forma generalizada la consulta jurídica en internet. Servicios comerciales como LegalZoom facilitan la creación de documentos sin pagar minuta. Los motores de búsqueda de profesionales de la ley reducen la necesidad de pasantes y procuradores. Maurice Allen, socio de Ropes & Gray, es crudo: "Hay demasiados abogados y pocos bufetes", decía en una entrevista publicada la semana pasada. Eso se traduce en menos empleo para los licenciados universitarios, y menos motivos por tanto para apuntarse a la facultad de Derecho.
Y a excepción quizá de unos cuantos responsables de admisión en las facultades de Derecho, ¿quién lamenta que reviente por fin la burbuja de los abogados en América?
Con casi 1,3 millones de abogados — muchos más que ningún otro país, y más como porcentaje de la población nacional que ningún otro — Estados Unidos se asfixia a litigios, ordenanzas y arbitrajes. Todo el monte es orégano para el picapleitos audaz. Cualquiera puede ser demandado, sin importar lo absurdo o gratuito que sea. Y todo hijo de vecino sabe lo desproporcionado y caro que puede salir un ataque legal. El estado de derecho es imprescindible para una sociedad ordenada y libre, pero un exceso de leyes y ordenación jurídica hacen imposible el autogobierno democrático, y jurídicamente precario el sentido común.
No pasa un día sin que haya un ejemplo nuevo de daños causados por un sistema legal que con tanta frecuencia deja al inocente a merced del perverso. Para evitar costas, empresas e instituciones han de cumplir narcóticas ordenanzas y restricciones que destruyen la libre iniciativa, asfixian las ideas buenas e imponen grotescos resultados que no benefician a nadie.
En 1978, el presidente del Supremo Warren Burger advirtió que Estados Unidos se transformaba en "una sociedad dominada por enjambres de abogados, hambrientos como langostas". |
Al estar tan desbordada por los picapleitos, "la cultura norteamericana se desmorona gradualmente ante nuestros ojos", escribe Philip K. Howard, abogado en un bufete de prestigio y distinguido defensor de la reforma jurídica, en El gobierno de nadie, su nuevo libro. "Hace unos cuantos años, habría sido inconcebible que un profesor tuviera miedo de pasar el brazo al hombro de un chaval que llora, o que un bombero permaneciera de brazos cruzados en la playa durante una hora y contemplara ahogarse a un caballero por no estar homologado para realizar la reanimación en tierra. Los legalismos siniestros se están comiendo el capital social de América".
Desde ordenanzas ecológicas tan inflexibles que retrasan años la reparación de un puente hasta mecanismos de obtención de licencias tan opresivos que echan el cierre a los puestos de limonada de los chavales, todos pagamos las consecuencias de aquellos "enjambres de abogados, hambrientos como langostas" de los que advirtió mucho tiempo atrás Warren Burger. ¿Que universitarios a patadas huyen de las facultades de Derecho? Es la mejor tendencia que he visto en mucho tiempo.
(Jeff Jacoby es columnista del Boston Globe.)
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