UNAS IDEAS SUELTAS ACERCA del escándalo Donald Sterling, pero primero una aclaración personal: En ocasiones he pronunciado palabras al calor de un intercambio doméstico que más tarde he lamentado. He manifestado ideas dentro de conversaciones personales que nunca querría compartir con el resto del mundo. Puntualmente me he dejado llevar en privado por impulsos por los que sería reacio a ser juzgado en público.
El propietario de los L.A. Clippers Donald Sterling queda expulsado de por vida de la NBA a causa de sus comentarios racistas recogidos en el transcurso de una conversación íntima. |
A lo mejor usted también.
Desprecio a patadas le llueve a Sterling desde la salida a la luz de una grabación, fidedigna en principio, durante la que el multimillonario propietario de los Los Angeles Clippers ordena a su amante dejar de colgar fotografías de ella junto a negros, Magic Johnson incluido, "y no llevarlos a mis partidos". Los comentarios de Sterling son repulsivos, vulgares y rebosan racismo. Su novia — que es mexicana y de piel oscura — le hace la cama sin gran esfuerzo. "¿Si son blancos te vale?" pregunta en un momento dado. "Si se tratara de Larry Bird, ¿sería diferente?"
El comisario de la NBA Adam Silver expulsaba ayer de por vida a Sterling y le imponía una multa de 2,5 millones de dólares como penalización por manifestar "las opiniones de mayor repulsa" recogidas en la grabación.
Mi compasión por Sterling brilla por su ausencia. Sus comentarios racistas son incitación, y no habrán podido sorprender a cualquiera que haya seguido su carrera. Pero la parte más alarmante de esta noticia no tiene aun así tanto que ver con el baloncesto ni con los prejuicios raciales de un plutócrata de 80 años de edad como con la presunción cada vez más en tela de juicio de que las cosas que decimos en el ámbito de nuestra vida personal van a quedarse dentro de lo personal.
Cualquier persona decente por supuesto debería estar disgustada por las barbaridades que supuestamente dice Sterling a su novia. Pero como escribía el lunes el antiguo astro de la NBA Karim Abdul-Jabbar: "¿No debería de indignarnos igualmente el hecho de que esta conversación privada e íntima fuera grabada y después filtrada a los medios convencionales? ¿No acabamos de peinar a raya a la NSA por meterse sin invitación en la vida privada de los ciudadanos estadounidenses de una forma tan antiamericana?"
Hay buenos motivos para que en muchos estados (California y Massachusetts incluidos) sea ilegal grabar una conversación privada sin conocimiento de todos los implicados, igual que hay buenas razones que impiden que la confidencialidad de ciertos tipos de comunicaciones — maridos con sus esposas, sacerdotes con pecadores o abogado y cliente — sea respetada en los tribunales. Ello es reflejo de un valor crítico para una sociedad libre: La vida privada y las ideas personales no son se supone asunto de todo hijo de vecino.
Pero en todas partes hoy ese valor se ve erosionado por las indiscreciones que hace posible la tecnología moderna. Se está volviendo progresivamente más difícil cerciorarse de que cualquier cosa que usted diga o haga se dice o hace en la verdadera privacidad. Desequilibrados con móviles con cámara hacen fotografías "indiscretas". Encuentros privados acaban colgados en YouTube. Decenas de miles de cámaras de seguridad se combinan con programas de reconocimiento facial cada vez más sofisticados, y el resultado es que con independencia de sus pasos, usted habrá sido grabado sin su conocimiento. Y portales como TMZ alientan la explotación de la humillación personal para entretenimiento de la opinión pública.
Los políticos prudentes han de dar por sentado que todo lo que dicen queda registrado y se puede volver en su contra. Los candidatos presidenciales han dejado de darse el lujo de hablar en confianza con los colectivos de partidarios, moraleja aprendida por Barack Obama fruto de su experiencia de "los paletos de las armas" en 2008 y por Mitt Romney cuando sus comentarios del "47 por ciento que no paga impuestos" fueron grabados sin su conocimiento y difundidos. El congresista de Luisiana Vance McAllister anunció el lunes que no se postula a la reelección después de que una cámara de seguridad le sorprendiera besándose con una becaria y alguien filtrara el vídeo a un periódico local.
¿Es usted consciente de todas las veces que sus palabras, acciones o paradero quedan registrados para la posteridad por cámaras de seguridad?
Nada de esto pretende salir en defensa de los prejuicios de Sterling, los escarceos de los legisladores o cualquier otra actividad deshonesta. Pretende ser un recordatorio de que los trapos sucios del prójimo no son los únicos que pueden acabar tendidos frente al mundo entero. Los de usted y los míos también. Una vez que nuestra privacidad sea historia, no cuente con recuperarla.
(Jeff Jacoby es columnista del Boston Globe.)
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