SI SUS COMPAÑEROS de barra son franceses, brindarán diciendo "¡À votre santé!" Con los rusos, es "Za zdorovje" "¡Salud!" en el caso de los hispanoparlantes. "L'chaim" en hebreo.
Quizá sea coincidencia que siempre que los bebedores brindan en casi todas partes, invoquen la salud o la vida. Más probable es que sea reflejo de una verdad que la humanidad descubrió hace tiempo: El consumo moderado de alcohol puede ser fuente no sólo de distensión a corto plazo, sino también de beneficios para la salud a largo plazo.
Puede sonar herético en un momento en el que los titulares alarman de forma rutinaria con los peligros del abuso del alcohol. La búsqueda de la frase "botellón" en Google News arroja casi 7.000 artículos recientes. Muchos ponen el acento en la relación entre el estado de ebriedad y los ataques de tintes sexuales en los campus; otros abundan en las graves consecuencias de beber en exceso, desde el coma etílico a la cirrosis.
La cuestión no tiene dudas: La melopea no es sana y no es saludable. Pero el consumo moderado puede ser justo lo que recetaría el médico.
Una cantidad notable de estudios sugieren que el consumo de una o dos copas al día rebaja el riesgo de infarto entre la mayoría de la población, de accidente cerebrovascular y hasta la incidencia de desórdenes mentales. Un importante estudio publicado en 2010 por el Journal of the American College of Cardiology, por ejemplo, concluye que "en nueve muestras nacionales representativas de adultos estadounidenses, el consumo de alcohol escaso y moderado se vincula de forma inversamente proporcional a la tasa de mortalidad CVD [por enfermedad cardiovascular], comparado hasta con abstemios de toda la vida". La Facultad de Salud Pública de Harvard destaca en su portal de nutrición: "En el caso de los bebedores moderados, el alcohol tiene en general beneficios para la salud". En más de un centenar de estudios a largo plazo, muchos de los cuales siguieron el estado de salud de sus voluntarios durante una horquilla de 10 años o más, los investigadores recogen de forma constante que hay una relación significativa inversamente proporcional entre el consumo moderado y la muerte a consecuencia de muchas variantes de enfermedad cardíaca.
Y no sólo de enfermedades cardíacas. Numerosos estudios exhiben la conclusión de que los bebedores moderados tienden a vivir más tiempo que los bebedores compulsivos o los abstemios. Según el sociólogo de la Universidad del Estado de Nueva York en Postdam David Hanson, hasta el Instituto Nacional para el Estudio del Alcoholismo y el Abuso del Alcohol — organización que claramente no se inclina por restar importancia a los peligros potenciales de las bebidas espirituosas — ha concluido que "las tasas de mortalidad más bajas se registran en todos los casos entre los voluntarios que consumen una o dos copas diarias".
El ordenamiento federal obliga desde el año 1998 a que las bebidas alcohólicas lleven una etiqueta de advertencia para la salud. Pero según incluso los consejos dietarios del propio gobierno, que son modificados con regularidad por los departamentos de Agricultura y Salud y Servicios Sociales, se reconoce que las bebidas adultas tienen "efectos beneficiosos consumidas con moderación". Menos infartos, mejores niveles de colesterol, ingresos hospitalarios menos recurrentes, menor aumento de peso, menor riesgo de enfermedad mental y menor deterioro cognitivo — ventajas todas que salvan vidas o mejoran la calidad de vida, sugieren los datos, y que aparecen de forma más probable entre los varones y las mujeres que consumen una copa o dos que entre quienes no beben nada.
"Las pruebas de que la abstinencia es causa de enfermedades cardíacas y de muerte temprana son irrefutables", escribe el especialista en adicciones y salud pública Stanton Peele, "pero aun así esto es imposible de mencionar públicamente en Estados Unidos". Acompañando al ensayo de Peele en Substance.com hay un anuncio de una Guinness clásica que avisa: "La Guinness es buena para ti". Resulta que beber una caña — o un vaso de vino, un vodka o un bourbon con hielo — es en realidad bueno para la mayoría de la gente.
También, sugieren numerosos estudios a largo plazo, un vaso de vino, un vodka o un bourbon con hielo. |
Pero destilerías, cerveceras y demás distribuidores de bebidas espirituosas no tienen permitido decirlo abiertamente en sus envases. General Mills puede pregonar las cualidades "saludables para las arterias" de los Cheerios en cada una de sus cajas; StarKist puede hacer lo propio en las latas de atún. Pero se conoce que los estadounidenses no son de fiar con información precisa acerca de los beneficios vinculados al bebercio moderado. El escalafón de la salud pública rebaja los beneficios de la bebida con moderación, por miedo sin duda a trasladar alguna clase de ánimo a quienes se sientan tentados de beber en exceso.
Los reguladores públicos pueden obsesionarse con una etiqueta que diga que las bebidas espirituosas pueden ser buenas. La instancia del Departamento del Tesoro que lleva las etiquetas de la cerveza, informaba el mes pasado The Daily Beast, rechazó la cerveza King of Hearts diciendo que su logotipo de una baraja "da a entender que la cerveza acarrearía un beneficio para la salud". De forma similar, "rechazó una cerveza Adnams Broadside, que se anuncia como 'la bebida que calienta corazones', porque presuntamente esto supone una afirmación de carácter médico".
¿Y si resultara que lo es? El alcohol se conoce desde hace siglos como "aqua vitae". Significa "el agua de la vida" en latín, y no podría recibir un hombre más idóneo.
(Jeff Jacoby es columnista del Boston Globe.)
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